El dirigente detalló que, al inicio del siniestro, “el fuego parecía controlado. Lo peor había pasado, salvo un foco en Iron Mountain, un depósito de papel con una estructura grande pero muy frágil. Los bomberos decidieron dejar que se consumiera porque intentar apagarlo ponía en grave riesgo la vida del personal”. Esta decisión, basada en la evaluación técnica de los equipos de emergencia, permitió minimizar daños mayores ante el riesgo de derrumbe.

“Todavía hay un foco activo y no se han presentado ni el fiscal ni los peritos, por lo que solo se pueden hacer suposiciones”, explicó Weiss sobre los orígenes del incendio. Reconoció que es prematuro hablar de responsables y agregó: “No siempre las hipótesis son útiles. El fuego se expandió rápido debido a la cercanía de las naves y al tipo de materiales almacenados”.

En cuanto al protocolo de emergencia, Weiss destacó que la intervención inmediata de las brigadas internas y bomberos fue clave: “El operativo se activó cuando los empleados detectaron el fuego y evacuaron de inmediato. Avisaron al centro de vigilancia, que está plenamente equipado y en constante supervisión. Rápidamente llegaron los brigadistas y autobombas de los parques industriales y de los bomberos voluntarios de la región y la provincia”.

El área afectada, conocida como polígono industrial, se diferencia de los parques industriales cerrados. “Allí funcionan unas 25 o 30 empresas y aún quedan muchos terrenos libres. Es una zona abierta, puesta a la venta hace unos 20 años y que sigue en expansión”, indicó Weiss. Aclaró que los daños se concentraron principalmente allí y no dentro de los recintos cerrados, aunque la cercanía permitió una respuesta coordinada de todos los equipos.

Al reconstruir los hechos, el empresario especificó las primeras compañías afectadas: “La primera fue Logischem, dedicada a logística de productos químicos; allí se produjo la explosión inicial. La onda expansiva llegó a Iron Mountain, que se incendió de inmediato. Los bomberos lograron salvar entre un 40 y 50% de la empresa, pero el resto se perdió”. El fuego continuó y alcanzó a Plásticos Lago, destruyendo la mitad de sus instalaciones, y Neumáticos Larroca, donde se perdió toda la mercadería cubierta, aunque se conservó lo almacenado al aire libre.

La explosión afectó también a otras áreas del polígono y a barrios cercanos: “Molinos Cañuelas estuvo en riesgo por amoníaco, lo que complicó las maniobras. Flamia, fabricante de perfiles de aluminio, sufrió daños graves en su estructura a pesar de no ser combustible, y El Bahiense, dedicada a edulcorantes, también resultó afectada”.

Weiss remarcó que “prácticamente todas las empresas sufrieron algún daño”, y agregó un dato alarmante: “La onda expansiva fue tan potente que, estando nuestra empresa a tres kilómetros, rompió todos los vidrios, incluso un Blindex”. Sobre el impacto económico, sostuvo que las pérdidas son “multimillonarias. Es muy pronto para cuantificar, pero la magnitud es enorme”. Destacó que no hubo víctimas fatales, pero advirtió: “Afecta a propietarios, accionistas, empleados directos, tercerizados y empresas de servicios. Nadie sale beneficiado”.

El dirigente también señaló el efecto social tras la paralización de la actividad: “Calculé unas mil a mil doscientas personas directamente afectadas; a esto se suman los indirectamente perjudicados”. El impacto se extiende a proveedores, comercios y servicios vinculados que dependen de la actividad diaria del polígono.

Optimismo en medio de la tragedia: la respuesta sanitaria
Weiss destacó el accionar de los servicios de salud: “Hospitales públicos y privados actuaron de manera ejemplar. El Hospital de Ezeiza, el municipio y la defensa civil respondieron coordinadamente y evitaron víctimas fatales. Todos hicieron lo que pudieron”.

Perspectivas: peritajes, seguros y reconstrucción
Sobre la recuperación de la actividad, Weiss se mostró pesimista: “Cuatro empresas deberán reconstruirse desde cero. Los peritos aún no han ingresado. Las pérdidas son multimillonarias y comienza la complicada gestión con los seguros. La reconstrucción llevará mucho tiempo, y la paralización prolongada genera más perjuicio a la economía local”.

El caso de Ezeiza expone la fragilidad del entramado industrial y deja lecciones para todo el sector productivo argentino: la importancia de contar con centros de emergencia adecuados, un sistema de salud preparado y protocolos de gestión de riesgos ante catástrofes. La reconstrucción y contención de afectados requerirá coordinación entre sectores públicos y privados.

Desde la perspectiva de Weiss, la experiencia también plantea interrogantes sobre políticas de incentivos y seguros para pymes, demanda de mayor apoyo estatal y la necesidad de revisar la planificación de los polos industriales. El impacto se hará sentir en toda la cadena productiva del distrito y en el tejido económico regional, donde la normalidad aún está lejos.

IDC